El cristo de mi cuarto de baño

Este poema lo escribí hace ya bastante tiempo, tendría así como unos quince años. A pesar de su extrema sencillez -yo tampoco soy de las que le guste de manera excesiva la poesía barroca- es uno de los pocos textos que he escrito y que me gusta, lo lea cuando lo lea. Me apetecía colgarlo hoy, será porque he llegado a casa un poco más enfadada que de costumbre con las instituciones (religiosas, económicas, legales, etcétera, etcétera). No es nada raro. Quien no llegue así a casa, es porque ni oye ni ve.


Dosis de dolor para el arte,
Para los tejados en los que estás colgado,
Para el espejo del cuarto de baño,
Que te ve tan inminente
En la espera de que alguien te baje de las nubes de vapor
Después de las duchas matinales.
Gritas en silencio que te bajen,
En las alturas hace demasiado calor
Y tus huesos se derriten.
Te contemplo tan viejo
Mientras yazco en la bañera,
Sumergida en mis tobillos,
Con el agua templada,
Tu tan mustio en tus clavos maltrechos,
En tu mirada petrificada,
En los labios desgarrados y secos.
“¡Que me bajen de aquí, bajadme!
Tantos años aquí colgado,
Me crucifican todos los días desde todos los lados,
De izquierda a derecha,
En el suelo, en los tejados,
En el cielo, en la tierra
En misa, en las comidas,
En el maldito vaticano,
Con el pan, con el vino,
En este jodido cuarto de baño”.
Me empuja el humo hacia ti,
Y el vapor en el espejo condensado
Me obliga a girar los pies,
Descolgarte de la mojada pared,
Coger mi toalla y envolverte.
Tú siempre con tu cruz a todas partes:
“La salvación nunca es suficiente,
Para la humanidad cristiana.
Impertinentes hombres,
¿Qué habéis hecho conmigo?,
¿Dónde está mi doctrina?
¿Para qué me lleváis colgado al cuello?,
¿Para que yo os proteja?
Yo ya no quiero ser cristo,
Que se busquen a otro,
¡Bajadme de aquí!
No quiero este título
Sólo quiero que me bajéis,
Olvidad que existo,
Dejadme descansar,
Dejadme en paz,
Yo esto no lo quiero,
Yo esto no lo elijo”.
Dosis de dolor para el arte:
En este mundo dios es un payaso
Y la religión es un circo.

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Los nueve monstruos (César Vallejo)


I, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la arimética!
Jamás tánto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tánta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás de perfíl,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tánto cajón,
tánto minuto, tánta
lagartija y tánta
inversión, tanto lejos y tánta sed de sed!
Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

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Hinc et Nunc. Enredaderas. (a lo Man Ray)


La marca de tu lunar cardial
arruga la taxonomía de mi cuerpo
me trepa por el paladar estrecho,
gatea a rastras por la glándula pineal.
Un túnel sin luz
la retahíla desbaratada,
tú,
la cerámica destemplada de mis huesos.
____________________________________

Desliz por epífisis (lo de afuera del pozo, tercer ojo en nubosidad variable):
Tú eres las luces que dejas encendidas,las que desprendes por las noches, los besos en la frente casi de padre, y esa esperanza que ilumina mi todo, hasta con los ojos cerrados.

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