Y envasé al vacío tu mano, Tu acento árido, En cuclillas. La ira Escupía tu recuerdo Hecho desprecio
Abrasado
Sin escollos
Con cerillas
En los brazos.
Y ahora, Después de eso, Tumbada sobre restos de Radiografías Incineradas, Desnudo a una naranja Vulgar, Y sin gracia Porque está dulce. Yo la quiero amarga, Casi tan ácida Como lo era el olor De tu sangre
Tu palabra, Arrancada de la boca Casi a bocajarro. Escarba el aire El pulmón deshilacha. Y mi carne aborigen, La palpita De estirpe Y de trago cobarde.
Tu palabra es, Sin astillas, El Corazón: Tierra virgen.
Este es el primero de una serie de viajes que realizo por Europa. El cuerpo me lo lleva gritando desde hace tiempo, lo toco y lo siento infectado de algo que no sé qué es. Se extiende la sensación patógena (más a lo largo que a lo ancho), y lo manifiesta a todas horas del día: cambiando el color del pelo, llegando a ponerme aquellas mayas de cuero tan antiguas y que tan ceñidas se ajustan a mis piernas, y comiendo naranjas como si la vida me fuera en ello. Pero lo que más me extraña de todo, es el estarme volviendo TERRIBLEMENTE PROSAICA. Mi cerebro se plantea a dónde va a ir a parar este conjunto vertebrado de desorden óseo y muscular.
Voy escapando de todas mis malas costumbres y las reemplazo por otras, viajando sola, visitando a mi gente perdida por Europa y perdiéndome por la ciudad con mi mapa. No me preocupa absolutamente nada más. Estoy aquí y allá precisamente para eso:
Para masticarme y pensarme un poco más.
Y cuando vuelva, quién sabe cómo me sabrán las cosas.
(Lo que me llevo conmigo: una mochila, Barbara Kruger inyectada en las venas, Wim Mertens, y sobre todo esta canción. Me transporta a otra dimensión, casi como irse a otro país)
Te recorrí Cada fibra de voz, Abrazada a las venas de mi casa. Te regué filamentos del corazón Perforando la espalda De tu imagen desplazada. Prendí fuego Al amor invertebrado Con mi rabia en carne viva. Derrapé en la cuneta Enraizada en la campiña. Te bombeé de intento terrorista El mordisco animal. Rocié con gasolina A los coches muertos.
Pero A pesar de todo eso, Soy incapaz de encajar A mi esqueleto Dentro de ti, Asfalto óseo.
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