Tu alma, como un pájaro sincero
Desde que naciste:
Hoy miro nuestras fotografías e intuyo
la arquitectura invisible de tu sonrisa.
Me habla de cada uno de los días que luchaste contra centauros
de tristeza
Murallas de esfuerzo y cansancio
De cuando éramos pequeñas y tus abrazos de hermana
inabarcable
Me protegían del dolor derramándose de un planeta extraño.
Desde que nací y por primera vez me agarraste el alma
con tu mano y no me
soltaste nunca.
Incontables veces fuiste mi ancla y refugio
Frente a miedos férreos como titanes.
Todos estos años, durante viajes arduos
Te esforzarte en poner pie
En islas que sentiste que nunca te pertenecieron.
Pero siempre regresaste con un trozo de tierra más
de la que te despediste
y un anhelo menos con el que marchaste.
¿Cuántas veces te pensaste ave de ala recogida, Flor de
estambre roto?
Y, sin embargo, ¿ cuantas veces has conseguido salvarte a ti
misma
reconocerte infranqueable ante los centauros de montañas
salvajes?
Hoy abro los ojos al día, me siento casi inmune,
exenta del dolor humano
porque sé que no hay recuerdo pálido en tu mirada,
sólo la fuerza innata, antigua, de querer vivir. Ante todo,
a pesar de muros hostiles y el frío de sus piedras,
o las ausencias infinitas que se mueven con el viento.
Tú me dices siempre que el otro lado existe, lo sobrepasaste
hace tiempo.
Conoces el vértigo de una altura cuya frontera ya rebasaste,
Y sigues mirando, aullando a las estrellas que brillan
Valientes en el cielo de noche
Confío en tu vuelo más que en mí misma.
Tendrás ahora también un trayecto donde extender tu coraje
Desplegar tu libertad para respirar la vida
con tus propias manos.
Los surcos que vayan dibujándose sobre la arcilla son
impredecibles,
Pero es unívoco que estoy y estaré siempre contigo.
Tú me lo enseñaste:
hay que escoger la tierra en la que posarse
y recorrerla cuando uno no quiere ser náufrago de sí mismo.