Ha empezado junio. Yo cada vez me siento más prosaica (si es que alguna vez no lo fui). La mala hierba del bendito trabajo. Pero por encima de todas las cosas, hay algo que empiezo a entender y me alivia, porque sé que es una idea cierta, por dura que resulte de masticar. Para ser feliz no hace falta esperanza.
Lleva en mi boca todo el día.