Naturaleza muerta V: La pitahaya
Ya no soy una niña,
pero me siento más vulnerable
porque mi cuerpo, ya más grande
carga solo con la indefensión
del humano desnudo sobre la tierra.
Trota con esa sangre caliente
que golpea los tejidos
viviendo atrapada en nosotros mismos
solitarios, sin padres,
sin vientres que nos envuelvan y protejan
de daños pesados como piedras,
sin nadie que nos salve.
De las hecatombes en nuestros ojos,
de nuestras guerras internas.
Esas voces instintivas que suplican
que alguien más que las células
nos resguarde y nos intuya la vida verdadera;
una sombra deseada que se nos acumula
en forma de desidia oscura
y que al fin y al cabo, nos escuche.